distancias
entre una letra y otra
entre los labios de los rostros que se miran pero no se besan,
sea por temor, por eso de sostener la escena o por vergüenza
entre los ojos y los riñones, entre los tobillos y las orejas
entre las rodillas de esa mujer que acostada espera
entre las ciudades que se comunican invisibles por cables
aunque no se miren, ni se huelan, ni se sientan
entre los pretendientes a deshoras,
entre las súplicas por mi silencio y el ruego de que hable
la cuenta y el resultado,
entre el pronóstico de sol y este mediodía frío y nublado,
entre las expectativas de toda una semana
y otro viernes para el olvido
entre el anciano que iba a ser y el niño que he sido
entre el recuerdo y el que recuerda
entre el sueño y el que sueña
entre el joven de las jactancias
y el adulto de los mil tartamudeos
entre la pelota saltarina
y el empeine lleno de agujeros
entre lo importante y lo anecdótico
y los años que van pasando, los sueños y las semirrectas.
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