GRANOS DE ARENA
"desbaratada la ficción del tiempo,"
Amorosa Anticipación de Jorge Luis Borges
La arena se escurría lentamente en un reloj. Sentía el tiempo pasar a medida que se deslizaban los minúsculos granos desde un recipiente al otro. Caían de a diez o de a quince granos a la vez por el pequeño orificio que comunicaba los dos sectores.
Yo estaba en el de arriba e intentaba alejarme del centro para no caer en el pozo. Pero se acercaba el momento en que me convertiría en uno de los de abajo. Seguramente que los de abajo eran los peores porque afirmaban que el tiempo había pasado. Encima, al caer no encontraría a mis compañeros con los que había compartido el sector de arriba. Siempre me rodeaban compañeros distintos y si me cruzaba con alguno era difícil reconocerlo. Sucede que los granos de arena somos todos muy parecidos. Compruébelo usted mismo: elija un grano “x” del sector de abajo de su reloj, délo vuelta y espere a que la arena pase al otro compartimiento; paso siguiente busque a su grano “x” y no lo encontrará o le parecerá encontrarlo varias veces. Porque los granos de arena somos todos iguales. Y somos todos minúsculos.
En este momento me deslizo entre otros compañeros... a este lo conozco, creo... Entonces ya soy parte del grupo de abajo. Qué dolor ser de abajo y para colmo saber que mi destino es ser de abajo, porque aunque alguien diera vuelta el reloj volvería a ser de arriba, pero –en cuestión de un minuto o menos– sería nuevamente de abajo. Nuestro destino es ser de abajo, no hay forma de cambiarlo. A menos que alguien, por error o intencionalmente, dejara caer el reloj y éste se rompiera. Entonces llegaría la libertad. ¿Y qué haría yo con esa libertad si después vendría el que tiró el reloj y nos barrería con una escoba?
Nuestro destino es ser de abajo o ir a la basura. Qué triste es ser un grano de arena en un reloj.
Yo estaba en el de arriba e intentaba alejarme del centro para no caer en el pozo. Pero se acercaba el momento en que me convertiría en uno de los de abajo. Seguramente que los de abajo eran los peores porque afirmaban que el tiempo había pasado. Encima, al caer no encontraría a mis compañeros con los que había compartido el sector de arriba. Siempre me rodeaban compañeros distintos y si me cruzaba con alguno era difícil reconocerlo. Sucede que los granos de arena somos todos muy parecidos. Compruébelo usted mismo: elija un grano “x” del sector de abajo de su reloj, délo vuelta y espere a que la arena pase al otro compartimiento; paso siguiente busque a su grano “x” y no lo encontrará o le parecerá encontrarlo varias veces. Porque los granos de arena somos todos iguales. Y somos todos minúsculos.
En este momento me deslizo entre otros compañeros... a este lo conozco, creo... Entonces ya soy parte del grupo de abajo. Qué dolor ser de abajo y para colmo saber que mi destino es ser de abajo, porque aunque alguien diera vuelta el reloj volvería a ser de arriba, pero –en cuestión de un minuto o menos– sería nuevamente de abajo. Nuestro destino es ser de abajo, no hay forma de cambiarlo. A menos que alguien, por error o intencionalmente, dejara caer el reloj y éste se rompiera. Entonces llegaría la libertad. ¿Y qué haría yo con esa libertad si después vendría el que tiró el reloj y nos barrería con una escoba?
Nuestro destino es ser de abajo o ir a la basura. Qué triste es ser un grano de arena en un reloj.
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